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Mostrando entradas de mayo, 2012

LA VIDA ESPIRAL

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LA VIDA ESPIRAL Todo en el universo tiene forma espiralada y movimiento espiral, por lo tanto nuestra vida y cualquier vida, también. Si bien la definición de espiral es: “ Línea curva que describe varias vueltas alrededor de un punto, alejándose cada vez más de él ”, no es el centro de la espiral el principio de nuestra vida sino que es allí el final de la misma. Nada comienza en el centro sino que todo converge a él, excepto la creación original. El universo (genérico) está inmerso en una fuerza centrífuga que hace girar de forma espiralada a todo lo que contiene, fugándose del centro a la periferia, pero asimismo cada cuerpo integrante del universo gira de forma espiralada con fuerza centrípeta, atrayendo al centro de la espiral todo lo que gira en la periferia. El universo (genérico) cumple con la definición de “espiral”, pero lo que integra a ese universo no, por cuanto el movimiento de cada cuerpo, que transita por una línea curva que describe varias v

Día 36. ¿Hay dirigentes?

No quiero ser pesimista, pero no hay dirigentes. Se pueden encontrar personas en altos cargos institucionales, administrativos, sociales, culturales y hasta económicos, pero no son dirigentes como tampoco diligentes. Para dirigir se debe tener un temple, una serie de valores y una necesidad de cambiar la realidad de aquello a lo cual impacta el accionar del dirigente, que no se encuentra en ninguna persona de las señaladas. Los responsables sólo llegan a ese porte, es decir que sólo responden ante los demás por las acciones que desarrollan, pero eso no es ni por asomo el trabajo, la tarea o la incumbencia de un dirigente. Un dirigente debe saber qué pasó, qué pasa y qué pasará, como así también debe saber qué se hizo, qué se hace y qué se hará para que ello se produzca, adelantarse a los hechos y las consecuencias que tendrán en las personas a las que dirige, empatizar con los dirigidos, sentir necesidad de ser parte de esos dirigidos, demostrar que aquello que impactará en sus dirig

Día 35. El fugitivo.

El pasillo tenía una escalera que daba a los pisos superiores. Debajo de ella, en el hueco, había un aparador de madera que tenía un pequeño doble fondo en la pared que daba al frente del pasillo. Ese hueco tenía el espacio para que cupiera una persona adulta de tamaño medio. Ahí, parado frente a ese aparador se encontraba Copra. Aleisandro Copra, "el fugitivo". El frío de la mañana lo tenía aterido, sin embargo transpiraba. Había trabajado mucho para colocar en ese doble fondo tres cuerpos. Los ojos de ese hombre se habían iluminado por primera vez después de muchos años. No tenía lágrimas, pues estaba feliz. Tranquilamente feliz. La agitación de la tarea le impidió refugiarse en sus pensamientos. Concluida, se dedicó a compaginar los cruzados sentimientos que locamente se disputaban la presencia en su cerebro. No sabía si podía pensar o simplemente sentir. No entendía el momento. Sólo lo vivía. Ya no molestarían más a sus hijos, pero tampoco volvería a verlos. Los dejab